Hoy me imaginé cómo sería una de mis amigas desnuda.
Hoy no paré bolas mientras alguien me contaba la historia de su vida.
Hoy me salí de clase cuando el profesor estaba contando una de sus anécdotas.
Hoy saqué obras de teatro para saber más que usted.
Hoy intenté mirar qué tan grande era el miembro de mi vecino de necesidades y fracasé.
Hoy sucumbí ante las ganas de mandar un mensaje que probablemente no debí haber mandado.
Hoy no contesté una llamada que sabía que era importante.
Hoy le pegué con mi sombrilla a un motociclista que iba por un andén.
No sé si fue la sombrilla, pero a veces caminaba cojo como House con mis libros bajo el brazo sintiéndome mejor que el resto porque la música con acordeón que oigo no es vallenato y no se la frotan los vergajos de hoy en día. Hoy caminaba por las calles de París rodeado de cafeterías, bicicletas viejas y palomas en vez de las sucias y destartaladas calles de la universidad donde me ofrecen sandu-ches. Hoy fui todo un dandi, me pudo el bohemio y hablé con Baudelaire.
Hoy fue un buen día.